miércoles, 24 de junio de 2015

Unos vecinos muy especiales

Dibujo de Cecilia Almarza Nazar

En lo alto de la colina hay dos casuchas separadas por cinco metros. En la casucha de la derecha vive el mago Lesín. En la de la izquierda,  la bruja Katya.
Lesín  es  un viejo feo con un talento extraordinario para cantar y componer.
Katya, joven y bella, prepara pócimas fabulosas y puede transformarse en lo que se le ocurra.
Lesín está enamorado de Katya y para conquistarla le compone canciones que le canta al anochecer y al amanecer.
Katya no ama a Lesín, aunque le gustan sus canciones  y  su hermosa voz de tenor.
Un día Lesín se arma de coraje y le pide matrimonio.
–¡Por nada del mundo me casaría contigo! –le responde Katya dándole la espalda.
Lesín no se rinde. Luego de mucho pensar, compone la canción más hermosa jamás escuchada en este mundo ni en otros. Espera la primera noche de luna llena, hace gárgaras con claras de huevo, afina con el Do,Re, Mi, Fa, Sol. Se pone a cantar.
Katya lo escucha y siente un calor extraño en el rostro. Su cuerpo se descontrola y va sufriendo las más diversas transformaciones: en una luna, en un sol, en un unicornio, en una lechuga y en una lechuza; en un ramo de flores, en un altar, en un anillo  de matrimonio y al final, en ella misma aun más hermosa.
Al día siguiente, a primera hora, Katya cuelga un letrero de “Se arrienda” en la puerta de su casucha, y parte a buscar a Lesín para casarse con él.


© Carolina Meneses Columbié, 2012

sábado, 28 de marzo de 2015

La pizza y el pirata


(Del libro de cuentos infantiles "Cuentos de Emergencia", de Carolina Meneses Columbié)

Dibujo de Cecilia Almarza Nazar


La vida del pirata Espada Loca cambió por completo el día que comió una pizza por primera vez. Es que no era cualquier pizza, se trataba de la de peperoni, choricillo, aceitunas y doble queso, ¡no digo yo!
Sin embargo, su vida no cambió para bien. Su vida cambió para mal.
Se volvió fanático de la pizza de peperoni, choricillo, aceitunas y doble queso. Lo único que pensaba día y noche era en conseguirlas a como diera lugar, por las buenas o por las malas.
En cuanto su barco atracaba en algún puerto, Espada Loca buscaba las pizzerías de la ciudad y cuando las localizaba, las invadía espada en ristre. Amarraba a los pizzeros de pies y manos y se llevaba todo el pedido de la semana de su pizza favorita.
Pronto se convirtió en un pirata indeseable y temido. Los pizzeros dejaron de hacer pizzas de peperoni, choricillo, aceitunas y doble queso, lo que provocó la desesperación de Espada Loca, que armaba una pataleta tremenda  y, con el corazón triste, se retiraba llorando a moco tendido.
Como se negó rotundamente a ingerir otros alimentos se puso flaco, muy flaco;  pálido, muy pálido y debilucho, muy debilucho.
Los hombres de su tripulación estaban preocupados:
-¡Como esto siga así, nos quedaremos sin capitán! -murmuraban entre ellos. Hasta que al más inteligente se le ocurrió una idea estupenda:
-¿Por qué no convertimos el barco en una pizzería y nos ponemos a hacer pizzas?
Así fue como el barco del pirata Espada Loca se convirtió en la más famosa de las pizzerías que navegaba los Siete Mares. En realidad no había otras. Su especialidad y único plato del menú era la pizza de peperoni, choricillo, aceitunas y doble queso.
¡He dicho!


© Carolina Meneses Columbié, 2012